En el marco de los preparativos de la 4ta edición de Ikuméni y en el día de la Innovación y Creatividad, queremos poner foco en la importancia de la espiritualidad como fuerza creativa que impulsa a generar Buenas Prácticas Ecuménicas e Interreligiosas que ayuden a transformar el mundo en el que vivimos.
En diálogo con Cristian Varela, católico argentino que vive en Manaos, Brasil, en una comunidad de los Focolares y, Josaphat Japra, perteneciente a la Iglesia Luterana de Chile, acercamos este intercambio que quiere poner foco en un concepto vital dentro de nuestro itinerario: la espiritualidad como fuerza creativa que impulsa a buscar el bien y a ponernos en acción.
Creatividad, innovación, espiritualidad e inspiración – ¿Qué tienen en común todas estas palabras para Ikuméni?
“¡Qué encuentro inspirador!” Solemos decir cuando compartimos con alguien un momento que tiene sabor a eternidad y, al mismo tiempo, parece todo nuevo e innovador. Un espacio de comunión donde cada uno desde su diversidad puede expresarse libremente y, a su vez, recibir con apertura todo lo que la otra persona tiene para donar. El encuentro de lo diverso tiene siempre el potencial de generatividad.
El apóstol Pablo nos recuerda en 2 Corintios 5:17 “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”. Este pasaje bíblico nos invita a reflexionar sobre el poder transformador de la creatividad y cómo este don puede ser una fuerza poderosa para procesos transformadores en nuestra sociedad.
Desde la música hasta la moda, desde los idiomas hasta el diseño de algoritmos, en las múltiples experiencias humanas cotidianas, cada uno de nosotros tiene el potencial de crear algo nuevo y significativo. Sin embargo, en un mundo con tantas heridas y necesidades ¿cómo puede la espiritualidad ser fuente de renovación y de creatividad?
Juventud, creatividad y cambio
El panorama global y regional actual, marcado por altos niveles de conflictos sociales y guerras, desafíos climáticos y tecnológicos, nos invita a observar de mejor manera las pequeñas y grandes acciones impulsadas por jóvenes en nuestras comunidades de fe, como agentes de cambio activos, impulsando iniciativas creativas y transformadoras en sus comunidades que valen la pena visibilizar:
– Jóvenes que promueven espacios de diálogo interreligioso e intercultural para fomentar la comprensión mutua y la construcción de la paz en contextos de conflicto. A través del intercambio de experiencias, la búsqueda de puntos en común, y la voluntad de trabajar juntos, están construyendo puentes de entendimiento y colaboración.
– Jóvenes que facilitan espacios de reflexión y discernimiento ético sobre el impacto de la inteligencia artificial y la tecnología en la vida humana y social. A través de debates y discusiones constructivas, están explorando las implicaciones éticas de la tecnología y buscando formas de utilizarla de manera responsable y humanitaria.
– Jóvenes que fomentan la educación ambiental y la espiritualidad ecológica, sensibilizando a sus pares sobre la importancia del cuidado del medio ambiente. A través de actividades prácticas y reflexiones profundas, están cultivando una relación más consciente y armoniosa con la naturaleza.
– Jóvenes que utilizan la tecnología digital de manera creativa, ofreciendo recursos educativos y oportunidades de participación en línea relevantes para su desarrollo espiritual. A través de blogs, podcasts y plataformas de redes sociales, están compartiendo conocimientos, inspirando a otros y creando comunidades virtuales de apoyo y crecimiento.
– Jóvenes que apoyan iniciativas comunitarias que abordan desafíos sociales y ambientales desde una perspectiva espiritual y ética. A través del voluntariado y la participación activa en proyectos locales, están contribuyendo al bienestar de sus comunidades y al desarrollo sostenible.
– Jóvenes que promueven el uso consciente y crítico de las redes sociales y la tecnología, impulsando la alfabetización digital y la ética en línea. A través de campañas de concientización y talleres educativos, están empoderando a sus pares para navegar el mundo digital de manera segura y ética.
Estas acciones demuestran un compromiso profundo con la construcción de un mundo más justo, equitativo y sostenible, donde la creatividad y la espiritualidad son fuerzas motrices para el cambio positivo.
La espiritualidad como fuente de inspiración
Los y las jóvenes en América Latina y el Caribe, son una fuerza creativa e innovadora para abordar los desafíos sociales y humanos más apremiantes de nuestra época. Han encontrado en la espiritualidad una fuente de inspiración y acción que los impulsa a imaginar nuevas formas de amar, de cuidar, y proteger la vida en todas sus manifestaciones, promoviendo la empatía, la compasión y la solidaridad.
¿Cómo hacer para que la diversidad se transforme en un ecosistema creativo?
¡Es juntos! ¡Ahí está el “Eureka!” de la innovación y de la creatividad! Pero… juntos ¿cómo? Existe en el mundo una inmensa diversidad de miradas, sensibilidades y experiencias.
Lo importante en el proceso de “construcción” es hacer visible lo invisible. ¿Cómo? Ponernos en el lugar de otro, comprender profundamente su mirada: si dijo algo, tiene todo un porqué detrás (historia, cultura, generación, heridas, talentos) y así, en la comunión, donde cada una y cada uno tiene la posibilidad de manifestarse libremente, en este proceso de mutua comprensión, de diálogo, lo que nace no es la mera suma de miradas individuales, sino algo nuevo, algo más grande, algo trascendente.