CRÓNICAS

Ikumeni ecumenismo

Ecumenismo: los jóvenes y la unidad entre los cristianos, un presente de esperanza

Beatriz Isola, Magíster en Doctrina Social de la Iglesia Católica (DSI) y diplomada en estudios pastorales. Especializada en el diálogo ecuménico y judeo-cristiano. Asesora pedagógica en Ikumèni.

Este mes de junio se celebró, en el hemisferio sur, la Semana de oración por la unidad de los cristianos (SOUC): una iniciativa anual que reúne a cristianos de iglesias ortodoxas, protestantes, católica y pentecostales, para pedir juntos a Dios el don de la unidad. Un momento relevante del calendario ecuménico, que en el hemisferio norte se celebra en el mes de enero.

La reciente fiesta de Pentecostés reaviva la confianza en la acción y presencia del Espíritu Santo, que renueva la Iglesia y la convoca en unidad.

Ecumenismo es el camino de unidad entre los cristianos: construir espacios de reconciliación y de reconocimiento mutuo para hacer visible la unidad ya existente en Cristo. Más de 100 años del florecer ecuménico, con hitos relevantes en la historia de cada iglesia particular y la Iglesia en su conjunto. 

Una experiencia de fe y vida que atrae a los jóvenes y siembra esperanza. 

¿Qué es ECUMENISMO?

Etimológicamente, proviene del griego οἰκουμένη (oikoumene) y designa la tierra habitada o el mundo conocido. 

Este término se utiliza para indicar la relación recíproca entre cristianos de diferentes iglesias, denominaciones y tradiciones. 

Esta acepción -compartida por las iglesias miembros del Consejo Mundial de Iglesias y la Iglesia Católica- se refiere entonces al camino hacia la plena y visible unidad entre los cristianos, a los cuales los une la fe en Cristo y su Evangelio, todos bautizados en Dios Uno y Trino. 

En cambio, el diálogo entre creyentes de diferentes religiones se denomina diálogo interreligioso.

Ikumeni ecumenismo cmi
Creditos Albin Hillert/WCC

¿Por qué es necesario el ecumenismo?

Tras un milenio desde la ruptura entre las iglesias de Oriente y Occidente, así como las heridas de 500 años de división entre las iglesias de la reforma protestante y la iglesia católica, dejaron una huella de profundo dolor, minando la confianza recíproca, profundizada y actualizada por diversos actos de agravios y prejuicios. La división de los cristianos es un “escándalo” en la unidad del Cuerpo de Cristo.   

El camino de unidad entre los cristianos es una urgencia para los  tiempos actuales que  exigen coherencia evangélica. 

La oración de Jesús al Padre que pide horas antes de su muerte: “Padre, que todos sean uno como Tú y yo somos Uno” (Juan 17,19), puede guiar la  comprensión del alcance de esta oración por la unidad,y ayudará a los cristianos y cristianas de distintas tradiciones a caminar con confianza en el conocimiento y estima recíproca, con valentía y sin temor, en el respeto por cada identidad. 

La plena unidad es una gracia de Dios. No se puede alcanzar sólo con fuerzas humanas y precisa que interiormente cada uno se postre en adoración al Niño Redentor, en oración y disposición a una metanoia (conversión) en Cristo, para ser juntos testigos de esperanza de la Buena Nueva  Cristo del Evangelio. 

¿Dónde encontramos los orígenes del MOVIMIENTO ECUMÉNICO?

La inquietud de recomponer la unidad entre los cristianos nació con fuerza a fines de 1800. Las discordias y rivalidades en la tarea de evangelización se tornaron un motivo que impactó en la misma credibilidad del mensaje de Cristo. En este esfuerzo de cooperación, nacieron agrupaciones cristianas de personas de distintas denominaciones evangélicas que buscaban afianzar el espíritu de la misión. Se consolidó en el Congreso misionero celebrado en Edimburgo (Inglaterra) en 1910. 

Ya en el siglo XX, la Alianza Mundial Evangélica en Londres impulsó la idea de celebrar anualmente una semana de oración mundial y la realización de la conferencia misionera de Edimburgo, la cual se celebró años más tarde (1910), que es la piedra fundamental sobre la que se basaron los grandes esfuerzos ecuménicos llevados a cabo durante ese siglo. En 1927 se llevó a cabo la primera conferencia mundial de fe y orden en Lausana, la cual trató el tema de las bases teológicas de la iglesia y su unidad, todo esto condujo a la creación del Consejo Mundial de Iglesias en 1948.

(Meza Ramírez, F. A., 2006, p. 7)

También las iglesias ortodoxas han sido pioneras en el camino ecuménico.   

El Patriarcado de Constantinopla inauguró el papel de las iglesias ortodoxas en el movimiento ecuménico moderno con su Encíclica de 1920 a «todas las iglesias de Cristo». La carta hacía un llamamiento a una «koinonía de iglesias» que trabajaría por la cooperación benéfica y el diálogo teológico.

(Recuperado de https://www.oikoumene.org/es/church-families/orthodox-churches-eastern)

En el ámbito de la iglesia católica, se destacó el cardenal Mercier, arzobispo de Malinas (Bélgica) quien a inicios de 1900 entabló el diálogo con la iglesia anglicana. Esta apertura al ecumenismo se consolidó con el papa Juan XXIII y el Concilio Vaticano II con la participación oficial de la iglesia católica en el camino ecuménico, explicitada con la promulgación del Documento Unitatis Redintegratio en 1964. El cardenal Agustin Bea acompañó al entonces naciente Secretariado por la unidad de los cristianos (hoy, Pontificio Consejo para la promoción de la unidad de los cristianos). 

«Con el Concilio Vaticano II la Iglesia católica se ha comprometido de modo irreversible a recorrer el camino de la acción ecuménica». 

(Juan Pablo II, Ut unum Sint 3)

Un rol relevante en el camino ecuménico lo ha tenido desde sus inicios el Consejo Mundial de Iglesias. Su fecha oficial de inicio fue en 1948 pero sus antecedentes ya están en la reunión de Oxford de 1937. Se caracteriza por ser  una comunidad de iglesias: 348 iglesias de oriente y occidente, de tradiciones ortodoxas, protestantes, anglicanas, pentecostales e iglesias independientes de África. Desde 1961, la Iglesia Católica participa activamente en las comisiones bilaterales.

Athenagoras I of Constantinople, Ecumenical Patriarch of Constantinople (1886-1972) pictured with Pope Paul VI (1897-1978) at a religious service in St Peter’s Basilica in Vatican City, Rome, Italy in 1967. (Photo by Rolls Press/Popperfoto via Getty Images)

El Espíritu Santo, alma del movimiento ecuménico

El Movimiento ecuménico, por tanto, no pertenece a una iglesia en particular, sino que se compone de cristianas y cristianos de muchas Iglesias y comunidades eclesiales. El Espíritu Santo  impulsa y llama a restablecer la unidad: «en todas partes del mundo han sido tocadas por esta gracia» (Concilio Vaticano II, Unitatis Redintegratio 1). 

El ecumenismo tiene como fin hacer visible la unidad que ya existe en Cristo. Su fundamento es el amor mutuo: “ámense los unos a los otros como Yo los he amado” (Juan 13,34). El dolor por la desunidad aún vigente, impulsa a los cristianos a caminar, como los discípulos de Emaús, hacia la plena unidad. 

El diálogo ecuménico es una invitación a todo el pueblo de Dios, a las y los bautizados; por tanto, no está circunscripto sólo a los expertos y/o teólogos. E implica el reconocimiento y el encuentro  como hermanos y hermanas en la fe en Cristo y en la misericordia de su amor, valorizando lo que los y las une: “Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está por encima de todo, lo penetra todo y está en todo.” (Efesios, 4, 5-6) 

Esta afirmación no niega las diferencias todavía existentes, que se reconocen, se identifican y sobre las que se continúa trabajando en una mayor comprensión recíproca. 

Modos de vivir el compromiso por la unidad de los cristianos

A lo largo de estos más de 100 años, se han evidenciado muchos modos de plasmar el compromiso ecuménico. De un modo sistemático, se enuncian algunos aspectos relevantes, que no son excluyentes sino complementarios, y que pueden orientar la acción ecuménica y el compromiso pastoral. 

  • ECUMENISMO ESPIRITUAL: se refiere a la práctica de la oración como base de toda iniciativa ecuménica. Es el fundamento de toda acción: es Dios quien realiza la unidad.  Son muchas las iniciativas de oración en común. Es significativa entre ellas la contribución de la comunidad de Taizé que convoca personas de todo el mundo, muchos de ellos jóvenes.
  • ECUMENISMO DE LA VIDA: es la experiencia comunitaria en torno a la vida de la Palabra. Se caracteriza por la experiencia de koinonía, una comunión espiritual y concreta, que hace probar la belleza de la presencia de Cristo entre los suyos. Es significativa en este aspecto la experiencia de los Focolares.
  • ECUMENISMO TEOLÓGICO: consiste en la delicada tarea realizada por teólogos y expertos para: afinar expresiones doctrinales que en su momento habían sido causa de división; revisar puntos en común y comprender cuáles son las diferencias sustanciales. Un ejemplo de ello es la reformulación sobre la doctrina de la justificación. Esta delicada tarea se enriquece con el trabajo de comisiones mixtas, vinculadas al CMI, algunas ya con 100 años de trabajo conjunto. 
  • ECUMENISMO DE LOS MÁRTIRES O “DE LA SANGRE”: es la huella de fe y unidad que han dejado quienes han perdido su vida por testimoniar a Cristo. No es un hecho del pasado. Son muchos quienes hoy son perseguidos y mueren a causa de su fe.
  • La DIACONÍA ECUMÉNICA: es el servicio solidario al prójimo en situaciones de vulnerabilidad y en los procesos de desarrollo transformador que realizan los cristianos de forma conjunta y  colaborando entre iglesias y agencias en la cooperación intereclesiástica, a nivel nacional e internacional. Actualmente, están en marcha acciones emprendidas en forma conjunta al servicio de los migrantes, personas sin techo, enfermos y en el cuidado de la creación. Es un “ecumenismo samaritano”, al decir de Humberto Shikiya

Ecumenismo: un horizonte de esperanza

El ecumenismo es una experiencia cristiana que entusiasma y fortalece la vida en comunidad. 

Un particular efecto se aprecia en los jóvenes. La profunda alegría por la experiencia de unidad vivida con hermanos y hermanas de otras iglesias distintas a la suya. Un cambio de vida que reenciende el sentido de la fe en Cristo y abre un nuevo horizonte. Así lo han expresado algunos jóvenes de Ikumeni.  

A nivel mundial, la pandemia por el COVID-19  impulsó la colaboración y la solidaridad. Un signo de los tiempos que ha tocado a las puertas y también ha impacto en las dinámicas ecuménicas a través de las cuales se han promovido múltiples iniciativas para a servir juntos al “mundo herido.  

Cooperar con otros es construir esperanza. promover redes de solidaridad para: “Socorrer juntos a nuestros hermanos y hermanas heridos, que yacen descartados en los bordes de las calles del mundo” (Papa Francisco a la comisión internacional anglicano-católica romana link), así como también escuchar los gritos de la creación y poder atender “la urgencia de proteger el medioambiente, su impacto en una pobreza persistente y la importancia de la cooperación mundial” (Mensaje de Papa Francisco, Patriarca Bartolomé, Justin Welby, 2021). 

Construir en redes de solidaridad, respetar la diversidad, ser protagonistas, disponerse al servicio concreto en la asistencia humanitaria, cuidar la creación, afrontar los desafíos de la crisis climática, trabajar por el desarrollo humano integral, genera sociedades inclusivas, con proceso de paz y reconciliación: son características y preocupaciones  de las nuevas generaciones. Y son también los horizontes y el sentido del ecumenismo 

 “Estos son los signos que el mundo necesita y pide a gritos: un sentido renovado de la solidaridad y la esperanza”.

(Documento Asamblea CMI 2022, p. 13)

El ecumenismo ha inaugurado un nuevo tiempo para la vida de las comunidades cristianas  y de su misión en el mundo. ¡Es la hora de servir juntos, y los jóvenes lo han comprendido! Su protagonismo en el camino ecuménico es hoy un signo de esperanza.

Una mirada al calendario ecuménico

  • Semana de oración por la unidad de los cristianos  (SOUC) – se realiza en el hemisferio sur entre las fiestas de Pentecostés y la fiesta de la SSa. Trinidad  en cambio, en el hemisferio norte, se celebra en enero  posteriormente a la fiesta de la conversión de San Pablo. El texto que acompaña la reflexión y oración de la SOUC es elaborado cada año por las iglesias locales de un país del mundo, y se adapta a cada contexto local, para orientar las celebraciones comunes de la semana. 
  • Tiempo de la creación: Es una iniciativa ecuménica de distintas organizaciones eclesiales, movimientos y organizaciones basadas en fe.  Un mes con especial protagonismo de los jóvenes. . Se celebra cada año del 1 de septiembre al 4 de octubre. El 1 de Septiembre fue proclamado como el día de la Oración por la Creación (es decir día de la Creación) por el Patriarca Ecuménico Dimitrios I, del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla. Luego, esta iniciativa fue seguida por las Iglesias Europeas Cristianas en 2001 y por el Papa Francisco y  la Iglesia Católica en 2015. Actualmente, el Tiempo de la Creación se celebra a nivel mundial y se realizan múltiples iniciativas para promover el cuidado de la Creación. Cada año el comité organizador propone un lema de reflexión. 
  • Mes de la Biblia: para el mundo hispano se celebra en el mes de septiembre. Se elige esta fecha en recuerdo (para el mundo evangélico y protestante) de la publicación de la primera versión de la Biblia en español -hoy denominada Reina Valera- y (para los católicos) de la fiesta de (san) Jerónimo, quien tradujo la Biblia al idioma de entonces –la así llamada Vulgata-. Además de las actividades propias de cada iglesia, se incentivan las actividades ecuménicas. (Sociedad Bíblica)

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