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CRÓNICAS

ESTOCOLMO+50 en Argentina. Diálogo interreligioso e intergeneracional por el cuidado del medio ambiente

Referentes religiosos y juveniles se reunieron, en el marco del 50º aniversario del primer encuentro en Estocolmo, para abordar la temática del impacto de la fe en el cambio climático y la sostenibilidad.

Estocolmo+50 y organizaciones basadas en la fe: las creencias religiosas, las personas y el planeta en la era del antropoceno” convocó a líderes religiosos, juveniles y referentes de organizaciones religiosas en un espacio de diálogo intergeneracional. Comprometidos en la acción climática y la sostenibilidad, los participantes brindaron sus perspectivas, testimonios y propuestas sobre cómo la fe impacta en la relación entre las personas y el planeta

Este evento, realizado el 25 de agosto de este año en el Palacio San Martín, sede de la Cancillería Argentina, inspiró e impulsó prácticas innovadoras sostenibles e inclusivas de desarrollo humano. El encuentro fue promovido por el Centro Regional Ecuménico de Asesoría y Servicio (CREAS) junto con el Programa de Las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD); y acompañado por la Secretaría de Culto de la Nación; el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación y la Embajada de Suecia de Buenos Aires.

Entre los participantes estuvieron presentes el embajador Guillermo Oliveri, secretario de Culto de la Nación; Ulrika Grufman, vicejefa de Misión de la Embajada de Suecia en la Argentina; la Lic. Magdalena Vieyra, directora de Administración Financiera y Presupuestaria de Proyectos, de la Dirección General de Cooperación Internacional; la Mtra. Corina Lehmann, directora de Asuntos Ambientales de la Cancillería.

Humberto Shikiya, vicepresidente del Centro Regional Ecuménico de Asesoría y Servicio (CREAS) y María Eugenia Di Paola, coordinadora de Ambiente y Desarrollo Sostenible, PNUD Argentina, brindaron su visión sobre el desafío de la sostenibilidad en esta nueva era y la importancia de trabajar de forma articulada entre los diversos actores para lograr un mayor impacto.

Más específicamente, se abrió el diálogo a cómo las comunidades de fe pueden realizar su contribución a: la reconstrucción de las relaciones de confianza para fortalecer la cooperación y la solidaridad; qué acciones sistémicas son necesarias para la recuperación equitativa, inclusiva y resiliente tras la pandemia; y de qué modo las perspectivas de fe redefinen las concepciones y las medidas del progreso y el bienestar. 

“Tenemos la convicción que la dimensión de la ética, los valores y la fe son clave para lograr un nuevo modelo de desarrollo, sostenible e inclusivo”, afirmó Claudio Tomasi, Representante Residente PNUD Argentina, quien compartió su mensaje a través de un vídeo alusivo.

Por su parte, el Secretario de Culto de la Nación, el embajador Guillermo Oliveri, aseguró: “No tengo la menor duda que la mayoría de las confesiones religiosas cuidan y son capaces de transmitir la necesidad de cuidar el mundo en el que vivimos”.

En tanto, el vicepresidente Centro Regional Ecuménico de Asesoría y Servicio (CREAS), Humberto Shikiya, dijo: “Estamos reunidos no solo para conmemorar Estocolmo+50, sino para comprometernos a actuar y hacerlo ya. El intercambio que tenemos hoy sobre buenas prácticas es fundamental”. Y agregó que “la cooperación no es solo hacia la propia religión, es una cooperación que se da en términos interreligiosos y es además una cooperación multiactoral, una articulación con organizaciones de la sociedad civil, gobiernos, organismos internacionales y el sector privado”.

Sumado a esto, María Eugenia Di Paola, coordinadora de Ambiente y Desarrollo Sostenible, PNUD Argentina, afirmó: “Vivimos en un mundo multi-religioso; y para nosotros es fundamental trabajar con personas de diversos credos y tradiciones culturales porque nos motivan a  creer en tanto seres humanos que somos y amplían los límites sobre nuestra visión propia y común sobre el mundo”.  En su exposición compartió un documento sobre el trabajo realizado desde el PUND Argentina.

Finalmente, la Directora de Asuntos Ambientales de la Cancillería, la ministra Corina Lehmann, expresó: “Quiero mencionar a los jóvenes y las jóvenes en la construcción de la mirada ambiental. No son responsables de la crisis climática actual, pero han dado un fuerte impulso a la agenda ambiental. Celebro que tengan una actitud proactiva frente a los desafíos que plantea el desarrollo sostenible”.

La Asamblea General de la ONU fue quien acordó convocar una reunión internacional “Estocolmo+50: un planeta saludable para la prosperidad de todos: nuestra responsabilidad, nuestra oportunidad”, en junio de 2022, en conmemoración a los 50 años de la primera Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente Humano en 1972. La Declaración de Estocolmo, de ese mismo año, reconoció y se refirió a la necesidad del crecimiento espiritual de los seres humanos para vivir en armonía con la naturaleza. En este marco, la protección del ambiente ha estado presente en la reflexión de los líderes religiosos y en el enfoque de la labor de las organizaciones basadas en la fe. En mayo de este año, representantes de organizaciones religiosas de todo el mundo firmaron la declaración interreligiosa, «Valores y alcance de la fe – Contribución a la política ambiental», dirigida a los gobiernos, entidades del sistema de Naciones Unidas y sociedad civil. 

​​En 2021, por primera vez el Papa Francisco (Iglesia Católica), el Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Bartolomé (Iglesia Ortodoxa Oriental), y el Arzobispo de Canterbury, Justin Welby, (Comunión Anglicana), firmaron una declaración conjunta. En la misma advirtieron acerca de la urgencia de la sostenibilidad del ambiente, su impacto en la pobreza y la importancia de la cooperación mundial.

A pocos días de la “Jornada Mundial de oración por el cuidado de la creación”, que se celebra cada año el 1 de septiembre y que marca el inicio del “Tiempo de la Creación”, “Estocolmo +50 y Organizaciones Basada en la Fe en Argentina” tuvo un rol activo. Este encuentro evidenció: por un lado, el compromiso asumido desde la fe en contribuir al cuidado de nuestro planeta, construir un futuro mejor, más fraterno y solidario; y, por otro, la imperiosa necesidad de trabajar conjuntamente y colaborativamente para lograr un modelo de desarrollo “que no deje a nadie atrás”.

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