En diálogo con el Dr. Kliksberg, se llevó adelante un encuentro ecuménico organizado por Ikuméni, en el marco de su programa de formación de líderes comunitarios hacia un mundo más fraterno.
Con el objetivo de continuar trabajando en el desarrollo del ecumenismo y del rol de la religión en la construcción de procesos de paz, el miércoles 10 de octubre Ikuméni realizó un nuevo encuentro. “Sanando las heridas, por un mundo mejor”, fue un espacio de reflexión en diálogo con el Dr. Bernardo Kliksberg, economista y sociólogo, especialista en Ética para el Desarrollo, y asesor especial de organismos como la ONU, UNESCO, FAO, OIT y UNICEF, entre otros.
Con participantes de Colombia, Perú y Argentina, durante el encuentro Kliksberg desarrolló algunas ideas sobre el estado actual del mundo, los desafíos que este afronta y distintas problemáticas a resolver, sobretodo en un periodo marcado por las secuelas que ha dejado la pandemia del Covid-19. Luego, planteó soluciones para hacer frente a esas cuestiones y explicó cómo la religión y la fe tienen un papel fundamental en su desarrollo.
En este sentido, el Dr. describió lo que él considera como los 3 males que hoy afligen a la humanidad: la pandemia, el planeta y la desigualdad.
En primer lugar, la pandemia.
«La pandemia ha sido implacable con los más vulnerables del mundo. La pandemia es profundamente desigual. Afectó con tasas totalmente desproporcionadas a personas de color, a indígenas, a los pobres, en Estados Unidos a población latina, en Brasil a los mulatos, en India a las castas inferiores.
Los sectores más pobres han sufrido la pandemia porque, justamente, son más pobres. 900 millones de personas no tienen acceso a agua potable, no tienen cómo lavarse con jabón, no pueden practicar la distancia social porque viven en situación de hacinamiento, y no tienen sistema de salud ni protección social que estén centrados en ellos. Tampoco tienen los recursos económicos para competir en el mercado de vacunas.
De esta manera, estos sectores de la población han quedado más desvalidos que antes. Se genero más desigualdad y pobreza. La pandemia tiene soluciones pero no se va a resolver si no hay planteamientos éticos y espirituales».
En segundo lugar, el planeta.
«Está demostrado científicamente que donde hay indígenas es donde mejor conservados están los bosques y las selvas tropicales. Actualmente están entregados por la falta de políticas públicas. Por eso los papeles que se firman son un paso adelante.
Nuevamente, está el tema ético y espiritual. Y me remito a la encíclica del Papa, ya que nadie lo ha explicado con una mirada profunda. Estamos todos metidos en el cambio climático, pero los pobres y los vulnerables, de lejos se llevan la peor parte. Podemos convertir el planeta en un montón de cenizas y escombros, dice el Papa. Los jóvenes no confían mucho en los papeles escritos. El planeta se nos puede ir de las manos y no tenemos un planeta B».
En tercer lugar, la desigualdad.
«La desigualdad está atravesada y agravada por los dos anteriores. Tenemos todo para que los seres humanos vivan en forma digna. Están los cálculos y las cifras hechas. Con dar un porcentaje bajísimo del producto bruto de los países ricos para que todas las personas tengan asegurada salud, educación, alimentación y vivienda, todo el mundo tendría derecho a una vida digna.
Hoy hay 3 mil millones de personas sin alimentos, y en el mundo se produce para 12 mil millones. No es un tema de producción de alimentos, ya que cuanto más haya mejor. Es un tema de acceso a los mismos. Los 3 mil millones de pobres del mundo no pueden comprarlos porque están desocupados, trabajan en la economía informal o ganan miserias absolutas.
Sabemos técnicamente cómo hacerlo. Noruega, Suecia, Finlandia, Holanda o Canadá lo hicieron. Pero no alcanza saber cómo. No vamos a lograr mejorar la desigualdad si no hay ética ni se atiende a la Doctrina Social de la Iglesia».
Una vez expuestas, Kliksberg disertó sobre las formas en que se pueden enfrentar estas 3 problemáticas y el rol de la religión para llevar adelante un camino de sanación de un mundo herido.
«¿Qué nos aportan las religiones en la búsqueda de una solución a estos males?«, se preguntó.
«Todo. El sentido de la vida. Nos dan respuesta a los grandes problemas que hoy ni siquiera se tratan porque no son de interés económico. Nos dan respuestas a las grandes preguntas de toda la historia (como por ejemplo para qué estamos en el planeta o qué debemos hacer). Las religiones dan respuestas. Se puede encontrar doctrinas sociales en civilizaciones indígenas, en el judaísmo, en todas las religiones. Y, sobretodo, se puede encontrar la defensa a ultranza de la naturaleza.
La religión le ha entregado al mundo un regalo maravilloso: los jóvenes voluntarios de la fe. He presidido muchas investigaciones sobre voluntariados, y en la actualidad hay 150 millones de personas que están entregadas a tiempo completo en el mundo, que juegan un rol trascendental en todo el planeta. Los principales hospitales de África, por ejemplo, son mantenidos y llevados adelante gracias a la Iglesia, que ha tenido un rol decisivo. Los voluntarios no pueden ser solo voluntarios si únicamente se dedican a hablar. En la doctrina bíblica es mucho más importante lo que la gente hace que lo que dice o piensa».
Sobre el final del encuentro, hubo un momento de intercambio entre el Dr. y el público. Fue un espacio de preguntas y respuestas, en el que los jóvenes le acercaron inquietudes en relación con el rol de la juventud para contribuir a sanar un mundo herido, y a cómo transitar esa experiencia de trabajo social en la vida cotidiana.
-¿Cómo ve la relación entre los jóvenes y la justicia social? ¿Cómo pueden ayudar y contribuir a sanar las heridas históricas, especialmente en el continente?
–Los jóvenes tienen pureza, y esa pureza la deben defender por todas las vías, no caer en las trampas. Está lleno de trampas, vivimos en el mundo de la desinformación, y gran parte de ella va a los jóvenes. Se les ofrece en valores locos y conspiraciones locas. Los inunda en desinformación. Generen sus anticuerpos, y el anticuerpo fundamental es la fe. El ser humano es feliz cuando tiene una buena familia, cuando tiene buenos amigos y cuando es solidario.